Cuando se trata el tema de la boda de Alejandro Magno con la princesa sogdiana Roxana (Roshanak en bactriano, que significa “pequeña estrella resplandeciente”) surgen habitualmente dos incognitas: La primera trata de la supuesta homosexualidad de Alejandro y la segunda, la razón por la que se casó con una princesa que desde el punto de vista político era de relativo bajo rango y escaso interés geoestratégico teniendo claramente mejores opciones entre la nobleza persa o la macedonia.
Resulta difícil abordar desde una perspectiva moderna la supuesta homosexualidad de Alejandro Magno por el mero hecho de que hubiese tenido relaciones sexuales con otros hombres, ya que para los griegos antiguos había otros sentimientos como la amistad, el compañerismo en la batalla o el pupilaje que eran compatibles con ocasionales encuentros sexuales. Tradicionalmente se ha venido manteniendo sin una base documental histórica que lo pruebe que Alejandro y su gran amigo de la infancia el general Hefestión eran amantes. Sin embargo, hay que decir que ningún historiador contemporáneo afirma tajantemente que Alejandro y Hefestión fueran algo mas que amigos.
Un caso distinto es el del eunuco persa Bagoas un joven de gran belleza que había servido con Darío III como amante y al que este se llevó en su huida despues de ser derrotado, habiendo abandonado a su madre (Sisigambis) su mujer (Estatira) y sus hijas (Barsine-Estatira y Dripetis). Despues de ser asesinado el rey Darío, el general persa Nabarzanes le regaló a Alejandro el eunuco a fin de obtener el perdón del macedonio. De todo esto tenemos referencia por varias fuentes: Ptolomeo,Plutarco (Vida de Alejandro), y Quinto Curcio (Historia de Alejandro Magno) quien nos aporta una visión negativa de Bagoas y contradictoria con los dos autores anteriores.
Alejandro Magno y las mujeres
Quinto Curcio nos cuenta que en su juventud Alejandro no estaba especialmente interesado en las relaciones sexuales, algo preocupante desde el punto de vista dinástico y sus padres Filipo y Olimpia contrataron a una famosa cortesana tesalia llamada Calixena para que lo iniciara en los placeres sensuales.
Diversos autores (Claudio Eliano citando fuentes antiguas) nos hablan del que fue seguramente su primer amor, Campaspe a quien tomó como concubina. Era una hermosa joven y modelo habitual de Apeles que se inspiró en ella para su Venus Anadiomena.
Jacques-Louis David. Apeles pinta a Campaspe en presencia de Alejandro Magno. Óleo sobre lienzo. Palais des Beaux-Arts de Lille
Asimismo, Quinto Curcio nos ofrece un relato en el que la reina amazona Talestris acompañada por 300 de sus guerreras visitó a Alejandro con la intención de engendrar hijas con los mejores guerreros macedonios, incluido el mismo Alejandro. Aunque esto pueda parecernos una fantasía, Plutarco cita varias fuentes antiguas que confirman el encuentro y la convivencia entre amazonas y macedonios durante trece días, haciendo una pausa en su itinerario hacia Sogdiana y Bactriana donde Alejandro conoció a la joven princesa Roxana.
Con independencia de las concubinas que tuviese (en general hijas de sátrapas persas anexionados a su causa) se sabe por diversas fuentes que se casó tres veces: La primera con Roxana de Bactria, Barsine-Estatira (hija de Darío y de la esposa-hermana del rey Persa también llamada Estatira ) y Parisatis, hija de Artajerjes III Oco.
Grabado que muestra la boda de Alejandro y Barsine-Estatira
Alejandro Magno promovió una politica de fusión con los pueblos conquistados por los macedonios favoreciendo las bodas entre las élites macedonia y persa, dando él mismo ejemplo, al casarse con dos mujeres descendientes de Dario, Estatira y Parisatis entroncando con la familia Aqueménida.
Tuvo al menos un hijo legítimo, Alejandro IV de Macedonia, dado a luz por Roxana tras la muerte de su padre en el 323 a. C. y un hijo ilegítimo llamado Heracles con su amante, la hija del sátrapa Artabazo II de Frigia. Se especula que Barsine-Estatira pudo haber estado embarazada cuando el joven rey macedonio murió; y esta posiblemente fue la causa de que Roxana ordenase asesinarla al mismo tiempo que a la otra esposa Parisatis y al eunuco Bagoas.
Roxana: La viuda de Alejandro
La muerte de Alejandro Magno en 323 a.C. marcó el inicio de un período tumultuoso no solo para su vasto imperio, sino también para las personas más cercanas a él, entre ellas su esposa Roxana. La princesa sogdiana tenía en contra su bajo rango frente a las otras esposas de Alejandro y a favor el que fuese la primera esposa y el hecho de haberle dado un sucesor a Alejandro. Así es que tuvo que luchar en dos frentes: el persa y el macedonio.
El primero lo solucionó ordenando asesinar a sus rivales, Barsine–Estatira, Parisatis y Bagoas. Para el segundo frente, mucho más complejo, que se enmarcaba en las luchas de poder y la inestabilidad que caracterizaron la era de los diádocos, los sucesores de Alejandro, recurrió a la madre de éste, Olimpia con quien tejió una alianza para preservar los derechos de sucesión de su hijo Alejandro IV.
El nacimiento de, Alejandro IV, tenía un enorme significado político. Según Diodoro Sículo en su «Biblioteca Histórica» (Libro XVIII), el nacimiento del niño fue visto como un evento crucial porque representaba una línea de sucesión directa al trono de Alejandro. Roxana se convirtió en la madre del legítimo heredero, lo que le otorgó una posición de poder pero también la convirtió en un blanco en las intrigas sucesorias que siguieron.
Para protegerse y consolidar la posición de su hijo, Roxana formó una alianza con Olimpia tal y como hemos dicho anteriormente. Esta alianza fue estratégica, ya que Olimpia era una figura influyente y temida en Macedonia. Plutarco en su obra «Vidas Paralelas» menciona que Olimpia, motivada por el deseo de mantener la dinastía de Alejandro, protegió a Roxana y a su nieto. Sin embargo, esta alianza también provocó antagonismos con otros diádocos que veían en Alejandro IV una amenaza a sus propios intereses.
Las Intrigas de los Diádocos y la muerte de Olimpia
El imperio de Alejandro Magno no tenía un plan claro de sucesión, lo que llevó a una serie de conflictos entre sus generales, conocidos como los diádocos. Roxana y su hijo se encontraron en el centro de estas luchas. Según Justino en su «Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo» (Libro XIII), muchos de los diádocos, como Pérdicas, Antípatro, y Cassandro, tenían sus propias ambiciones de poder y veían en Alejandro IV un obstáculo o una herramienta para legitimar su autoridad.
Pérdicas, uno de los generales más poderosos, inicialmente asumió la regencia del imperio y protegió a Roxana y su hijo. Sin embargo, su regencia fue corta debido a su muerte en 321 a.C. en una batalla en Egipto. Posteriormente, Antípatro asumió el control, pero su muerte en 319 a.C. dejó nuevamente el futuro incierto.
La alianza de Roxana con Olimpia fue fuerte hasta la caída de esta última. En 316 a.C., Cassandro, uno de los diádocos, se opuso ferozmente a Olimpia y la capturó después de un prolongado asedio a Pydna. Según Diodoro Sículo (Libro XIX), Olimpia fue ejecutada por instigación de Casandro, lo que dejó a Roxana y Alejandro IV sin su principal protectora y a merced de los caprichos de los generales en lucha.
Tras la muerte de Olimpia, Casandro, consolidando su poder, decidió tomar medidas drásticas para asegurar su posición. En 316 a.C., ordenó que Roxana y su hijo Alejandro IV fueran confinados en la fortaleza de Anfípolis. Arriano, en sus fragmentos conocidos como «Los sucesores de Alejandro», menciona este evento y destaca que, aunque Cassandro mantenía a Roxana y Alejandro IV con vida, su confinamiento era una clara indicación de sus intenciones de controlar y eventualmente eliminar cualquier amenaza a su poder.
Durante este período, Roxana vivió en una constante incertidumbre. Aunque prisionera, su posición como madre del heredero le daba una importancia simbólica considerable. Sin embargo, esta misma importancia la hacía vulnerable, ya que cualquier cambio en la balanza de poder podía llevar a su ejecución.
El destino de Roxana y Alejandro IV llegó a un trágico fin en 310 a.C. Casandro, habiendo consolidado suficientemente su control sobre Macedonia y Grecia, decidió eliminar cualquier posibilidad de que el joven Alejandro pudiera ser utilizado por sus enemigos para reclamar el trono. Diodoro Sículo y Justino coinciden en que Casandro ordenó el asesinato de Roxana y su hijo. Fueron envenenados, poniendo fin a la línea directa de Alejandro Magno y consolidó el reparto de su imperio entre sus generales.
Bibliografia y webgrafía
Alejandro Noguera Borel. Alejandro Magno y las mujeres Actas del primer seminario de estudios sobre la mujer en la antigüedad : (24-25 abril, 1997)
Wikipedia. Alejandro Magno ; Roxana
Plutarco. Vidas paralelas VI. Alejandro-César. Letras Universales
Diodoro Sículo. Biblioteca histórica. Biblioteca Clásica Gredos
Arriano. Anábasis de Alejandro Magno. Biblioteca Clásica Gredos