Dado el título del artículo, me gustaría aclarar que no vamos a hablar de las andanzas de César en las Galias tras los druidas tratando de conseguir el secreto de alguna poción mágica. Lo cierto es que la simbiosis Cesar-druidas viene dada porque César (100-44 a.C) es la principal fuente antigua de información, a través de su obra “La guerra de las Galias”, por la que conocemos algunos aspectos de estos singulares y misteriosos personajes. Es cierto que tenemos testimonios de otros autores clásicos como Diodoro de Sicilia, Estrabón, Plinio, Cicerón, Pomponio Mela o Suetonio que nos hablaron de ellos, si bien de una forma breve y anecdótica.
Los autores más antiguos que mencionan a los druidas son Aristoteles (alrededor del 350 a.C) en una obra sobre magia y a Soción de Alejandría en un texto sobre Filosofía. Conocemos estos textos por las referencias que hace a los mismos Diógenes Laercio en su obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, escrita en el siglo III d.C.
Los druidas y el pueblo celta
Aunque los orígenes del pueblo celta son muy antiguos, probablemente en el tercer milenio a. C. emigraron rumbo a Europa procedentes de Anatolia o de las estepas entre el mar Negro y el mar Caspio y ya alrededor del 1200 a.C estan plenamente asentados en centroeuropa. La primera referencia escrita que tenemos de los Keltoi nos la ofrece Heródoto en el siglo V a.C.
Los celtas asociados a lo que se ha denominado cultura de La Téne se expandieron por la Galia, norte de Italia, Alemania y Bohemia, una parte de la peninsula Ibérica, los gálatas de Anatolia, este y centro de Rumanía, Irlanda y Gran bretaña.
Probablemente la figura de los druidas en la sociedad celta fue una progresión de las practicas chamánicas antiguas de curación e intermediación ante los dioses, incluida la adivinación, que permitió a estos escalar hacia posiciones de mayor autoridad e incluso liderazgo en materia política y judicial, tal y como nos relatan ya los autores romanos. Plinio afirmaba que los druidas eran quienes poseían los conocimientos médicos y mágicos tradicionales debido a que eran los que detentaban el papel de sanadores.
Sin lugar a dudas Roma supuso el principio del fin de la sociedad celta a partir del 200 a.C y sobre todo con la conquista de la Galia por Julio César que supuso una importante merma de la población por muerte o esclavitud y la práctica desaparición de los druidas. No obstante lo anterior, las costumbres supersticiones y fiestas pervivieron durante siglos en algunos territorios como Britania, Hibernia (Irlanda) y Gallaecia en Hispania.
Quienes eran los druidas
Casi todos los autores coinciden en que poseían conocimientos médicos y que actuaban como intermediarios de los dioses. Otros papeles que se les atribuyen son los de augures, jueces, lideres en momentos de necesidad e incluso en la guerra, participando con sus supuestos poderes mágicos como ya veremos más adelante.
Plinio el viejo nos ha dejado una descripción de los mismos que ha perdurado a lo largo de los siglos en el imaginario popular y que ha servido para caracterizar a personajes de ficción como Merlín, Gandalf o el mismisimo Panoramix, el druida de la aldea gala y personaje principal en el cómic Astérix creado por René Goscinny y Albert Uderzo.
Según Plinio (HN libro XVI,95) : “Los druidas -así llaman a sus magos-no consideran nada más sagrado que el muérdago y el árbol en que crece, con tal que sea un roble………… Después de haber preparado, según sus ritos, un sacrificio y un banquete bajo un árbol, traen dos toros de color blanco, cuyos cuernos se atan entonces por primera vez. Un sacerdote, engalanado con una vestidura blanca, sube al árbol y con una hoz dorada corta el muérdago, que se recoge en un sayo blanco”
Cornelio Tácito (Anales XIV. 30-31), nos relata una batalla entre romanos y celtas en la conquista de Britania en el que participan algunos druidas: “los druidas, pronunciando imprecaciones terribles con las manos alzadas al cielo; lo extraño de aquella visión impresionó a los soldados hasta el punto de que, como si sus miembros se hubieran paralizado, ofrecían su cuerpo inmóvil a los golpes”
Panoramix y César. Autores Uderzo y Goscinny. https://www.asterix.com
Por su parte Cicerón, en su obra De divinatione I.41.90, afirma haber conocido a Dividiaco un druida de la tribu de los Eduos que se alojó como invitado en su casa: “Tampoco se ignora la práctica de la adivinación ni siquiera entre las tribus incivilizadas, si es que hay Druidas en la Galia y los hay, porque yo mismo conocí a uno de ellos, Divídiaco, el Eduo, tu invitado y adulador. Afirmaba tener ese conocimiento de la naturaleza que los griegos llaman «fisiología», y solía hacer predicciones, a veces por medio de augurios y a veces por medio de conjeturas”
Estrabón en su obra Geografía nos hace la siguiente distinción: “En términos generales se puede decir que para todos ellos hay tres grupos que gozan de especial distinción: los bardos, los vates y los druidas. Los bardos son poetas cantores, los vates tienen funciones sagradas y estudian la naturaleza. Los druidas se dedican también al estudio de la naturaleza, pero añaden el de la filosofía moral, y son considerados los más justos, por lo cual se les confían los conflictos privados y públicos, incluso el arbitraje en caso de guerra, y han llegado a detener a los que se estaban alineando para el combate”.
En definitiva, los druidas constituían junto a los caballeros una casta social privilegiada dentro de la sociedad celta con diversas atribuciones y estatus según su grado de preparación y no eran simples sanadores o sacerdotes, ya que tenían una enorme influencia y autoridad política en las tribus que habitaban.
Los druidas en “la guerra de las Galias”
Por razones religiosas la transmisión de conocimientos entre los druidas se producía verbalmente, teniendo prohibido poner por escrito dichos conocimientos, de hecho, una parte de las pruebas de su iniciación consistían en declamar de memoria diversos contenidos, ya fuesen de filosofia, medicina o poesia. Naturalmente, tanta información requería largos periodos (años) de aprendizaje memorístico para ser adquirida. Esta transmisión oral constituía un secreto que reforzaba a esa casta social, pero que a la postre con la desaparición de los druidas hizo que se perdiera todo el saber druídico por no haber sido puesto por escrito.
El texto antiguo que más ampliamente habla de los druidas es de Bello Gallico (Guerra de las Galias) de Julio César y parcialmente de Aulo Hircio. A veces se ha argumentado que Cesar es una parte interesada en ofrecer un perfil más político de los druidas para justificar su exterminio, ya que los consideraba muy peligrosos por su capacidad de unificar a las diferentes tribus galas, aunque en general su testimonio coincide con el de otros autores.
Ilustración de un druida realizada con IA por el autor
En palabras de César :
Los druidas atienden el culto divino, ofician en los sacrificios públicos y privados, interpretan los misterios de la religión: a ellos acude gran número de adolescentes para instruirse, y les tienen mucho respeto. Pues ellos sentencian casi todas las controversias públicas y privadas y, si se comete algún delito, si ocurre alguna muerte, si hay algún pleito sobre herencias o linderos, ellos son los que deciden y determinan los premios y los castigos:
Al frente de todos estos druidas hay uno, que tiene entre ellos la autoridad suprema. Muerto este, o bien le sucede otro que aventaje a los demás en prestigio o, si hay varios iguales, se hace la elección por votación de los druidas; en ocasiones, llegan a disputarse la primacía con las armas. En cierta época del año, se reúnen los druidas en un lugar sagrado del país de los carnutes, considerado como el centro de toda la Galia
Los druidas no suelen tomar parte en la guerra, ni tampoco pagan tributos como los demás: están exentos de la milicia y libres de toda carga. Movidos por tan grandes privilegios, son muchos los que se dedican a su profesión por inclinación propia o enviados por sus padres y allegados.
Se dice que allí aprenden gran número de versos. Así es que algunos emplean en el aprendizaje veinte años. Y no consideran lícito escribirlos, si bien en casi todos los demás asuntos públicos y privados utilizan los caracteres griegos. Esto creo yo que lo han dispuesto así por dos razones, porque no quieren que su doctrina se divulgue ni que sus discípulos, confiados en los escritos, dejen de cultivar la memoria; que es lo que suele acontecer a muchos, pues, con la ayuda de los libros, pierden el estímulo de aprender y retener de memoria.
El punto capital de su doctrina es la inmortalidad de las almas, que, según ellos, pasan de unos a otros después de la muerte, y piensan que con esto se animan sobre manera a practicar la virtud, perdiendo el miedo a la muerte. Además de esto, discuten y enseñan a la juventud muchas otras cosas acerca de los astros y de su movimiento, de la naturaleza de las cosas y de la fuerza y poder de los dioses inmortales.
Durante la Guerra de las Galias, entre el 58 y el 51 a. C., el ejército romano, dirigido por Julio César conquistó la mayoría de las tribus de la Galia. Según Plutarco, César vendió como esclavos un millón de prisioneros y hubo tres millones de muertos en batalla (sobre una población de 8 a 10 millones de habitantes antes de la guerra), por lo que cabe esperar que quedasen muy pocos druidas al final de la guerra. No obstante lo anterior la presecución a los druidas continuó con los sucesores de César.
Según Plinio el Viejo, fue el emperador Tiberio (del año 14 al 37 d. C.) quien introdujo leyes prohibiendo no solo a los druidas, sino también a otros adivinos y curanderos. Suetonio, por su parte señala que Augusto, había decretado que nadie que fuera druida podría ostentar la ciudadanía romana, y esto fue seguido de una ley expedida por el emperador Claudio el cual “suprimió completamente” a los druidas, prohibiendo sus prácticas religiosas.
Es muy posible que los últimos druidas galos huyesen a Britania buscando refugio entre sus homólogos insulares. Se sabe que hubo una cierta pervivencia del druidismo en Irlanda y Gales después de la cristianización de las islas llegando incluso hasta la Edad Media, si bien como figuras muy desdibujadas de los antiguos druidas ejerciendo de adivinos, magos o curanderos.
Bibliografia y webgrafía
Julio César. Comentarios de la guerra de las Galias. Ed Austral. 2017
Wikipedia. Druidas https://es.wikipedia.org/wiki/Druida
Cicerón. De divinatione (cita en el texto)
Cornelio Tácito. Anales. (cita en el texto)
Plinio el viejo. Historia Natural. (cita en el texto)
Imagen de portada
Imagen digital creada con I.A por el autor del texto