En un tiempo en el que las dos grandes potencias del Mediterráneo Roma y Cartago se enfrentaban entre sí en un duelo de poder en el que se jugaban su propia supervivencia, la península Ibérica se convirtió en un campo de batalla en el que los diferentes pueblos que la habitaban tomaron partido por uno u otro bando.
Las Guerras Púnicas se libraron entre los siglos III y II a.C. y fueron una serie de enfrentamientos entre Roma y Cartago que tuvieron como objetivo el control del Mediterráneo occidental. La enemistad que existió entre ambos pueblos fue exacerbada por la propaganda romana, que retrataba a los cartagineses como crueles y malignos. Esta propaganda fue utilizada para justificar las acciones de Roma en la guerra y para destruir y demonizar al enemigo.
Esta es la historia de Imilce (en púnico Hin–Melkert, traducido “la protegida de Melkart”) una joven princesa ibera natural de Cástulo (cerca de la actual Linares en Jaén) la población más importante de la Oretania, que mediante un acuerdo político se casó con Anibal Barca posiblitando un alianza por la que los oretanos apoyaban la causa de Cartago frente a Roma en la Segunda Guerra Púnica.
La Oretania estaba situada en el sureste de Hispania, era una región estratégica de cultura ibera, rica en recursos por sus minas de plata y próxima a las principales rutas comerciales. Era vital para Cartago, que había establecido una base importante en Iberia tras la Primera Guerra Púnica. Las alianzas con los jefes tribales locales, selladas mediante matrimonios, eran una herramienta habitual para asegurar la estabilidad en la región. El hecho de que Imilce fuera de origen noble le otorgaba una influencia considerable entre su pueblo, lo que a su vez beneficiaba a Aníbal y a los intereses cartagineses.
Los poblados oretanos eran asentamientos fortificados generalmente ubicados en cerros o colinas que se unían en momentos de crisis bajo un único mando. La Oretania es citada por muchos autores clásicos como Estrabón, Polibio y Ptolomeo que han dejado constancia de la oposición de los oretanos contra los cartagineses Amílcar Barca y Asdrubal. Esta situación cambió con Aníbal Barca, que al casarse con la princesa Imilce consiguió atraer a la Oretania a su causa.
Imilce en las fuentes antiguas
Desafortunadamente las fuentes antiguas que nos hablan de Imilce son muy pocas y nos proporcionan escasa información. En concreto, tan solo dos autores se refieren a la misma, por una parte, el historiador romano Tito Livio en su obra Historia de Roma (ab urbe condita), al narrar los sucesos de los años 214-212 a. C. en Hispania, escribe que la esposa del cartaginés Aníbal era de Cástulo (Linares, Jaén).
Castulo,urbs Hispaniae valida ac nobilis et adeo coniuncta societate Poenis, ut uxor inde Hannibali esset, ad Romanos defecit,
«Castulo ciudad de Hispania, muy fuerte y noble y tan adicta a los cartagineses, que la esposa de Aníbal era oriunda de la ciudad, se pasó a los romanos» Ab urbe condita XXIV, 41, 7
Tito Livio no nos dice el nombre de la esposa de Anibal, pero si que nos da información que la alianza con los cartagineses se rompe después de la derrota de Anibal y que Castulo pasa a ser aliada de Roma.
El poeta Silio Itálico (26-101 d.C) en su obra Punica, 3, 97, al cantar las Guerras Púnicas indica que se llamaba Imilce; según este autor, Imilce descendía de una de las más antiguas familias de la aristocracia local y acompañó a su esposo a Gades (Cádiz) durante la visita al santuario de Melkart, el Hércules Gaditano, seguramente para pedirle protección en su inminente campaña militar contra Italia. Además, da cuenta de la petición del propio Aníbal a Imilce intentando persuadirla de que permanezca en Gádir con su hijo.
Con esta petición a Imilce se desprende la incertidumbre del general cartaginés de si saldrá victorioso de su campaña en Italia o si por el contrario no podrá volver junto su esposa. Asimismo Anibal intenta convencer a Himilce para que no vuelva a Cástulo con su hijo, por temor a que su mujer y su hijo caigan en manos de los romanos, convirtiéndolos en moneda de cambio durante la contienda.
Silio Itálico en su poema, en el Libro III, 110 nos cuenta como Imilce accede a la petición de su esposo:
Vencida ya la joven por las lágrimas que poco a poco le brotaban, habló así a su marido: ¿Olvidas que nuestra salvación depende de la tuya? ¿Acaso te niegas a que te acompañe en tu empresa? ¿Nuestra unión y las primeras alegrías de nuestro matrimonio significan tan poco que crees que no puedo yo, tu esposa, subir contigo montañas heladas? Ten confianza en la fuerza de una mujer. Ninguna fatiga puede doblegar a un amor honesto. Pero, si únicamente te fijas en mi condición de mujer y estás decidido a abandonarme, te obedezco, no demoraré por más tiempo al destino. Que la divinidad te proteja: marcha en buena hora, marcha con el favor de los dioses y con mis buenos deseos y, en medio de los combates y el ardor de la batalla, no olvides a la esposa y al hijo que has dejado atrás.
Silio Itálico nos narra un episodio a propósito de las siguientes derrotas que sufrieron las fuerzas cartaginesas . Según la tradición púnica para cambiar la suerte adversa y aplacar la cólera del dios Moloch, era costumbre sacrificar a una serie de niños sorteados al azar. Uno de los llamados a este sacrificio fue Haspar el hijo de Anibal, pero el general cartaginés, al enterarse de la noticia, envió una misiva desde Italia para que Imilce no entregase a su hijo. Finalmente el niño no fue sacrificado, sin embargo, murió poco después junto a su madre en una epidemia de peste que se declaró en Cástulo según postulan algunas fuentes, aunque este dato no está contrastado.
Libro IV,770:
Era costumbre entre los pueblos que fundó la advenediza Dido solicitar con sangre el favor de los dioses e inmolar -algo despreciable de relatar- a los hijos recién nacidos junto al fuego de los altares. Esta urna del destino renovaba todos los años la deplorable calamidad.
Según tal costumbre, Hannon, su inveterado enemigo, reclamaba al hijo de Anibal para cumplir tal destino y suerte de los dioses. Pero se sentía de cerca el miedo a la cólera del jefe armado; la grandiosa figura de aquel padre persistía fija ante sus ojos; a ello había que sumar a Imilce con sus mejillas desgarradas, mesándose los cabellos y llenando la ciudad con sus tristes lamentos.
Por desgracia Silio Itálico no nos cuenta el destino de la princesa Oretana y ello ha sido fuente de especulaciones posteriores por parte de poetas y literatos, aunque lo que si podemos dar por cierto es que Anibal no volvió a encontrarse con Imilce y con su hijo.
Interpretación de las fuentes
Además de la escasez de fuentes sobre Imilce , las existentes adolecen de serios inconvenientes, en el caso de Livio su brevedad y en el caso de Silio Itálico, que el tema es abordado desde la perspectiva de un poema épico. Tal y como nos cuenta Joaquin Villalba Alvarez en la edición de Akal “no debemos olvidar que un texto historiografico debe cumplir una serie de condiciones que una composicion poetica no esta obligada a observar, y la mas importante es la fidelidad a los hechos reales. Silio suele incluir en su relato elementos que falsean los datos aportados por el historiador y que, indudablemente, tienen la clara finalidad de acrecentar el caracter poetico y estetico de la obra, en detrimento de la verdad historica de los hechos”
El poeta Silio Itálico ofrece una visión más literaria y romántica del matrimonio de Aníbal con Imilce describiendo la relación entre ambos como una historia trágica en la que Himilce sufre por la partida de Aníbal a la guerra. Aunque el relato de Silio es claramente una idealización poética, refleja cómo la tradición posterior interpretó el matrimonio de Aníbal como un acontecimiento significativo, no solo en términos políticos, sino también personales.
Es posible que Imilce, con su conocimiento de las costumbres y la lengua ibera, facilitara la relación entre Aníbal y los líderes locales, asegurando su lealtad en momentos cruciales. Aunque no existen pruebas concluyentes de que Imilce ejerciera una influencia directa en las decisiones militares de Aníbal, su presencia en la corte cartaginesa en Iberia habría sido un factor estabilizador en las complejas relaciones entre Cartago y las tribus iberas.
A través de su figura, podemos apreciar cómo las mujeres de la antigüedad, aunque a menudo relegadas en las fuentes históricas, tenían una influencia significativa en la política y la diplomacia. Imilce fue un punto de conexión entre dos culturas y su legado, aunque oscuro en los textos antiguos, sigue siendo relevante para entender las complejas dinámicas del mundo mediterráneo en la época de la Segunda Guerra Púnica.
Bibliografia y webgrafía
Silio Itálico. La guerra púnica. Akal clásica
Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación. Biblioteca clásica Gredos
Miguel Vega Blázquez. El rastro de Himilce. Primer Congreso Historia de Linares. 2008
Wikipedia. Imilce/Himilce , Oretania, Cástulo, Anibal