
A pesar de ser un país que ha protagonizado numerosos actos heroicos a lo largo de su historia, tanto a nivel colectivo como individual, no parece que en España seamos especialmente generosos a la hora de su puesta en valor y reconocimiento por las generaciones posteriores, desconociéndose en muchos casos los nombres y hazañas de héroes, que de haber pertenecido a otros paises, habrían obtenido un reconocimiento aún mayor. Para eso la cultura anglosajona no tiene rival.
A lo largo del siglo XVI, España produjo soldados de leyenda, hombres hechos para la guerra, cuya fama cruzó fronteras y siglos. Pero pocos alcanzaron el nivel casi mitológico de Diego García de Paredes (1466–1534). Nacido en Trujillo, este hidalgo de robusta figura fue conocido por sus coetáneos y por la posteridad como “el Sansón de Extremadura”, no solo por su fuerza física descomunal, sino por su arrojo en el combate y por una suerte de noble fiereza que lo hizo célebre desde Granada hasta Italia. Su vida parece sacada de un cantar de gesta, y de hecho él mismo contribuyó a forjar esa imagen, dejando escritas sus memorias con tono tan heroico como directo.
García de Paredes encarna al caballero renacentista en el momento exacto en que el modelo medieval aún respiraba pero comenzaba a dejar paso al soldado profesional de los Tercios. Su biografía se mueve entre la historia y la leyenda, entre lo que hizo y lo que se dijo que hizo.
Sin embargo, la frontera entre su vida real y su figura legendaria se desdibujó todavía en vida del personaje, promovida tanto por su propia autobiografía como por las crónicas de contemporáneos y sucesores, de manera que su memoria fue transformada en mito, entre la exaltación épica y la construcción de una imagen idealizada del caballero renacentista español.
De Trujillo al servicio de los Reyes Católicos
Diego García de Paredes nació en una familia de hidalgos en la población cacereña de Trujillo, una tierra de larga tradición guerrera. Desde muy joven destacó por una complexión física fuera de lo común y por un carácter áspero, pero disciplinado. La Castilla que lo vio crecer era la de los Reyes Católicos, un reino en transformación que, tras siglos de lucha con al-Ándalus, buscaba poner fin a la Reconquista con una última gran campaña: la guerra de Granada.
Allí comenzó la carrera militar de García de Paredes. Participó en las principales acciones del conflicto, incluidos los asedios de Loja y Baza, donde dejó ya muestra de su coraje personal. La guerra de Granada era, en cierto modo, una cruzada tardía, pero también un campo de pruebas para los nuevos métodos de asedio, la artillería y las primeras estrategias modernas. Sin embargo, en este contexto aún cabía la hazaña individual, y Diego parecía hecho para ese tipo de gestas: irrumpía a caballo en las filas enemigas, desafiaba a los moros en duelo singular y se batía con una mezcla de brutalidad y elegancia que impresionaba a propios y extraños.
El joven trujillano no tardó en hacerse un nombre entre sus compañeros de armas. Pronto lo apodaron “Sansón”, aludiendo a la figura bíblica de fuerza sobrehumana. Se contaba —y él mismo lo escribió años más tarde— que rompía lanzas con las manos, doblaba herraduras y podía alzar a un hombre armado por encima de la cabeza como si fuera un saco de trigo. Aunque exageradas, estas anécdotas expresan algo real: su presencia imponía respeto, y su valor era incuestionable.
Retratos de Diego García de Paredes
Hazañas en Italia y fama de «Sansón de Extremadura»
Tras la conquista de Granada, España proyectó su poder hacia Europa, y las guerras italianas(1494–1504) se convirtieron en el gran escenario internacional de su expansión. Diego García de Paredes fue uno de los muchos soldados españoles que cruzaron los Alpes al servicio de los Reyes Católicos, enrolado en las campañas del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba.
En Italia alcanzó su cenit como combatiente. Participó en batallas tan decisivas como Ceriñola y Garellano (ambas en 1503), donde se consagró como uno de los más formidables combatientes individuales del ejército español: García de Paredes era el hombre que no temía a nada, el que animaba a los demás con su sola presencia. En uno de sus episodios más conocidos, defendió una brecha en la muralla de Barletta —según su propia versión— enfrentándose solo contra una columna francesa. “Ellos eran muchos, yo uno, pero uno con determinación vale por veinte”, escribió sin falsa modestia» (García de Paredes, Autobiografía, cap. 23).
Su Autobiografía, redactada hacia el final de su vida, recoge estos episodios con estilo seco, directo, sin adornos literarios pero con toda la carga épica de quien sabe que sus hazañas merecen memoria. A veces parece que quiere convencer más por los hechos que por las palabras, como cuando narra que en un duelo arrancó el escudo de su enemigo de un solo golpe de espada: “cayó sin decir más”. No buscaba impresionar con retórica, sino con la verdad de su fuerza y su fe en sí mismo.
Fue en Italia donde su apodo de “Sansón de Extremadura” se hizo universal. En los campamentos y ciudades ocupadas, su nombre circulaba como el de un semidiós, mezclado con historias fantásticas que aumentaban con cada repetición. A diferencia de otros guerreros, Diego nunca buscó cargos de mando ni recompensas políticas. Lo suyo era el combate cuerpo a cuerpo, la lealtad a sus jefes, y una pasión casi mística por el riesgo. En una época en que los Tercios comenzaban a profesionalizar la guerra, él era una reliquia viva del caballero medieval, pero también un ejemplo de cómo la fuerza individual aún podía marcar la diferencia
Retrato ecuestre de Diego García de Paredes por Ferrer Dalmau
La construcción de la leyenda: de soldado ejemplar a mito literario
La vida de Diego García de Paredes no terminó en Italia. En su madurez viajó incluso a América, donde participó brevemente en expediciones por Centroamérica, aunque sin el mismo protagonismo. Murió en 1534, dejando tras de sí una fama sólida, alimentada tanto por su Autobiografía como por las crónicas de autores posteriores, que no dudaron en convertirlo en personaje literario.
Ginés Pérez de Hita, en sus Guerras Civiles de Granada, lo presenta como un personaje que roza la invulnerabilidad, ejemplo de todas las virtudes caballerescas. En ese retrato ya no hay espacio para las dudas o las sombras: el caballero extremeño es fuerza, nobleza, cristianismo militante. La leyenda había superado a la persona.
Lo interesante del caso de García de Paredes es que él mismo contribuyó a esa construcción. Su relato autobiográfico está lleno de episodios de valor, pero también de decisiones éticas, de desafíos morales. No era solo fuerza física; era también un modelo de rectitud. En este sentido, funcionó como una especie de arquetipo útil para la España imperial: el soldado sin mancha, leal hasta el final, poderoso sin ser cruel.
Su memoria pervive especialmente en su ciudad natal, Trujillo, donde aún se le recuerda como uno de los grandes. Pero su figura también trasciende lo local: Diego García de Paredes representa una forma de entender la guerra y el honor que marcó profundamente el imaginario militar español. Es, en cierto modo, un puente entre dos mundos: entre el caballero medieval que busca gloria personal y el soldado imperial que lucha por la monarquía.
Hoy, cinco siglos después, su figura sigue fascinando, no tanto por lo que realmente hizo, sino por lo que simboliza. En una época en la que la fuerza y el valor aún eran cualidades morales, García de Paredes encarnó un ideal. Y quizás por eso su nombre, como el de Cid o Bernardo del Carpio, ha entrado en ese territorio incierto donde historia y mito se abrazan sin disimulo.
Bibliografía y webgrafía
Notas sobre fuentes
La base principal para este artículo ha sido la propia Autobiografía de Diego García de Paredes, editada en facsímil en 1992 por José Antonio Escudero. También se han consultado las Guerras Civiles de Granada de Ginés Pérez de Hita, así como trabajos recientes como los de José María de Francisco Olmos sobre la construcción de su imagen heroica. La contextualización histórica se apoya en los estudios de Miguel Ángel Ladero Quesada sobre la España de los Reyes Católicos y Geoffrey Parker sobre la revolución militar
Diego García de Paredes, Autobiografía. Edición facsímil y estudio preliminar por José Antonio Escudero, Madrid, 1992.
Ginés Pérez de Hita, Guerras Civiles de Granada, edición de Keith Whinnom, Madrid, 1976.
José María de Francisco Olmos, «El Sansón de Extremadura: Imagen y proyección de Diego García de Paredes», Revista de Historia Militar, 2001.
Miguel Ángel Ladero Quesada, La España de los Reyes Católicos, Madrid, 1992.
Geoffrey Parker, La revolución militar: las innovaciones militares y el surgimiento de Occidente, 1500-1800, Barcelona, 2002.